martes, 24 de abril de 2012

Don Localizote y sus manías I: Placeholders y etiquetas

Llega un momento en la vida de todo traductor en el que debe decidir: ¿Corregir o no corregir? He ahí la cuestión. Don Localizote no podia ser menos. Hasta hace muy poco vivía en la ignorancia respecto a traducciones ajenas. Recibía sus originales, mejor y peor redactados según la ocasión, y lo daba todo por hacer un buen trabajo y entregar la traducción más perfecta de todas (¿acaso existe algo así? Bueno, quizá en el cielo de los traductores...). Sin embargo, cuando el volumen de palabras en su empresa comenzó a aumentar, tuvo que metamorfosearse, al más puro estilo Power Ranger.

Pasó, en poco tiempo, de ser un simple traductor, a meterse en una especie de crisálida para salir, unos días más tarde, convertido en el más "bello" de los correctores de la oficina. Comenzaron a llegar a sus manos pruebas de otros traductores basadas en textos a los que él, antaño, había tenido que enfrentarse. Un jueguito de naves espaciales por aquí, otro de aeropuertos por allá, que si ahora el texto iba de críar ganado en una granja... ¡Que la variedad no falte, oiga!

Ardua tarea le había tocado desempeñar...

Una buena tarde de invierno, sentado ante sus dos pantallas y con un montón de nubes amenazando lluvia más allá de la ventana, abrió su Word y comenzó, uno a uno, a evaluar los textos que le habían ido llegando.

Se ha de decir que, siempre a su juicio, por supuesto, encontró de todo, traductores negros, blancos y una amplia gama de traductores grises que habían dado los sentidos más variados a los textos de la prueba. Junto a traducciones buenas, merecedoras de un sobresaliente, también pudo encontrar otras que no lo eran tanto, y no dejó de sorprenderse al toparse de frente con errores que llegó a considerar inadmisibles en cualquier buen localizador que se precie.

Uno de los errores más graves fue, sin duda, el tratamiento que algunos traductores daban a los placeholders y a las llamadas tags (etiquetas), probablemente por falta de experiencia en el mundillo de la localización. Repasemos aquí lo básico que un futuro localizote debe saber sobre estos elementos:

  1. Un placeholder es un elemento formado por un conjunto de caracteres que actúa como elemento sustitutorio de una palabra dentro de un determinado texto, por ejemplo: Pepe se ha comido %s galletas. En esta frase, el elemento "%s" sustituye a un número que el programa se encargará de colocar en el lugar en el que el traductor coloque dicho símbolo. Los placeholders suelen introducirse para sustituir a elementos variables dentro de la oración y, por lo tanto, serán serán reemplazados directamente por una palabra o por otra según la situación.
  2. Una etiqueta es un elemento formado por determinados caracteres fijos y que se encarga, principalmente, de establecer el formato en el que aparecerá el texto o introducir elementos no textuales dentro del mismo. De este modo, se utilizan en el mundo de los videojuegos a menudo para introducir imágenes o gráficos, para marcar saltos de línea, cursivas, negritas, enumeraciones... Etiquetas como <br>, <ul> o <center> son el pan de cada día de Don Localizote y de todos sus colegas localizadores y, si no se saben utilizar, pueden dar más de un dolor de cabeza.

Los errores de los menos duchos en la materia que Don Localizote pudo constatar fueron, sobre todo, los siguientes:

  • Eliminación de las etiquetas, error que, reconozcámoslo, Don Localizote también había cometido antaño en alguna ocasión por desconocimiento. Si eliminamos las etiquetas, literalmente, destrozamos el formato del texto: donde se debería pasar a la siguiente línea, el texto sigue corrido; donde debería haber una negrita para resaltar algo, esta desaparece; donde debería aparecer una lista de cosas, aparecen todas seguidas. En ciertos casos, podría ser necesaria en un idioma la eliminación de una determinada etiqueta, aunque para ello hemos de estar muy seguros de lo que estamos haciendo y, por supuesto, no eliminar ninguna aleatoriamente.
  • Modificación de la forma de las etiquetas: <dr>, por mucho que la "d" pueda parecer una "b" al revés, no nos sirve como salto de línea. El programa no lo reconocerá y saldrá dentro del juego o del programa tal cual, como texto.
  • Colocación aleatoria de las etiquetas: por supuesto, las etiquetas pueden y deben cambiarse de sitio según lo requiera el idioma debido a su estructura. Sin embargo, hay que tener mucho cuidado, puesto que si la colocamos allí donde no debemos, nos estamos cargando de nuevo el formato del texto. El caso más extremo que Don Localizote encontró fue la colocación de un <br> en medio de una palabra, por lo que en un encargo de traducción real, dentro del juego habría aparecido la primera parte de la palabra en una línea y la segunda parte en la siguiente.
  • Traducción de las etiquetas y placeholders: arriba hemos puesto un ejemplo de placeholder ininteligible, pero esto no sucede así en todos los casos (de hecho no debería suceder en ninguno, pero eso es ya tema de otro episodio en la vida de Don Localizote del que probablemente hablaremos en otra ocasión). Hay etiquetas, como <center>, o placeholders, como %player%, que pueden leerse y entenderse. Ni qué decir tiene que, si el programa se encuentra con un <centro> o un %jugador% de repente, no sabrá interpretarlo y volverá a aparecer tal cual, en forma de texto (recordemos que el que sabe idiomas es el traductor, no el programa :-p).
 
Don Localizote decidió unánimemente dar al tema de los placeholders y las etiquetas una gran importancia en su corrección y, cual señorita Rottenmeier, no "aprobó" a ninguno de los candidatos que habían tenido algún fallo en este aspecto. Es por esto que... Estudiantes y futuros localizotes, si os interesa este mundillo, idos poniendo al día en este tema para que los malvados placeholders y las insidiosas etiquetas no se cuelen en vuestros sueños y los transformen en aterradoras pesadillas.

domingo, 22 de abril de 2012

De cómo Tradu Panza descubrió su lado friki

Tradu Panza era pequeño, peludo, joven; tan curioso en los temas de idiomas que se diría todo un traductor. También tenía amigos, unos más pequeños, peludos y jóvenes que otros, y tenían la mala costumbre de hacer viajecitos juntos, a modo "tradupanda", para conocer mundo. Se habían conocido en la Autónoma, la universidad en la que estudiaban para convertirse en traductores de éxito con una casa de verano en las Bahamas y un apartamento en la Castellana.

El caso es que ese año, Tradu Panza pasaba sus días en la fría y oscura Sunderland, al norte de Reino Unido, cuando sus antiguos colegas de la universidad y amigos decidieron hacer uno de esos viajes. Maleta en mano, partieron todos el mismo día y cada uno desde su lugar de residencia rumbo a... ¡Ámsterdam!


Muy felices pasaron sus días allí, disfrutando a la vez de un viaje cultural y de ocio fiestero, pero no son ni uno ni otro el tema que nos ocupa. Más bien, de lo que queremos hablar es de lo revelador que resultó ese viaje para nuestro amigo Tradu Panza, que hasta entonces se había considerado una persona normal. Esa visión de sí mismo cambió por completo durante esas minivacaciones y todo se debió al simple hecho de que, junto con la "tradupanda", iban un par de amigos cuyas ocupaciones profesionales nada tenían que ver con diccionarios y archivos TMX.

El desencadenante del funesto incidente que marcó a nuestro héroe fueron las muchas y muy variadas situaciones que, a lo largo de todo el viaje, dieron lugar al intercambio de comentarios lingüísticos entre los miembros de la "tradupanda":

1. Traducción de todos y cada uno de los carteles que se cruzaban por el camino.
2. Intento de traducción de los menús de los restaurantes en holandés, basándose en las lenguas que cada uno conocía.
3. Preguntas del tipo: ¿Que querrá decir la palabra X?
4. Respuestas del tipo: la palabra holandesa X se parece a la palabra inglesa Y, y también tiene algo de la alemana XY, por lo que X debe de significar, lógicamente, Z.
5. Intento de pronunciación (en la mayoría de los casos seguro que con un porcentaje de acierto menor del 50%) de tooooodas las palabras que a ojos y oídos de un traductor sonaban "cool".
6. Chistes lingüísticos basados en parecidos de unas palabras con otras... ¡y que inexplicablemente solo hacían gracia a los traductores!

Y un largo etcétera.

Tras la repetición indiscriminada por parte de la "tradupanda" de todos esos comentarios, el chico ajeno al mundo traductoril no tuvo más remedio que desahogarse y anunciar en voz alta lo que en realidad estaba pensando... 

"¡Sois todos unos frikis de las lenguas!" 

Esto cayó como un jarro de agua fría sobre Tradu Panza... ¿Un friki de las lenguas? ¿Él? En una milésima de segundo, su vida había cambiado por completo, había descubierto su frikez y eso lo aterraba. Ya nunca más podría considerarse una persona normal...

¿Y tú, querido lector? ¿También llevas a un friki traductor dentro? ¿Qué tipo de rarezas te diferencian del resto de los mortales según tus amigos? ¡Quien sea un friki traductor que levante la mano! :-)

martes, 17 de abril de 2012

Don Localizote en su primer día de trabajo

En un lugar de Hamburgo, cuyo nombre es casi impronunciable por la acumulación de eses, ces y haches, no ha mucho tiempo que vivía un traductor de los de Trados en el portátil y diccionarios en la estantería. Nuevo era nuestro humilde héroe en las calles de aquella ciudad y vagaba asustado por las incomprensibles voces que resonaban a su alrededor. Había llegado para quedarse, pues una buena amiga suya lo había recomendado en la empresa de videojuegos para la que trabajaba como traductora y, tras haberle hecho una prueba y una entrevista por Skype, le habían pedido que se trasladara a Alemania para una segunda entrevista personal a la semana siguiente.

Aquella mañana, Don Localizote se levantó agitado, con un gusanillo en el estómago que no lo dejaba pensar con claridad. Tenía la entrevista personal con la jefa, de la cual no conocía más que la voz. Se vistió con sus mejores galas, compradas en Zara unos días antes, y partió sin demora acongojado por la rapidez con la que todo había sucedido y curioso por el desenlace que aquella entrevista podía tener en su vida.

El caso es que cuando llegó, todo resultó demasiado fácil: ya le tenían preparado el contrato y lo que iba a ser una entrevista fue más algo así como una presentación. También tenían ya listo un ordenador ante el que sentarse para empezar a aprender... "Ha sido un juego de niños... Algo tiene que salir mal.", pensó. Y dio en el clavo.

Llevaba ya un par de horas allí y como quince minutos traduciendo cuando, de repente y sin previo aviso, llegó una tarea con cinco palabras de un juego de piratas de cuyo nombre no quiero acordarme. "Esta es de las fáciles", volvió a pensar. Sin embargo, un sudor frío le recorrió la frente al leer la frase. Joven, inexperto y nervioso, por más que traducía la oración no le encontraba sentido. Una frase aislada, sin más, sin conocer nada del juego que tenía entre manos y sin nadie a quién poder preguntar...

Don Localizote no podía más con su desazón: ¡aquella frase hablaba de una bala que no pesaba! ¡Inaudito! ¿De qué estaba hecha? ¿De aire? En ningún momento se le pasó por la cabeza que podía ser una simple bala ligera y que, más importante aún, en el mundo fantástico de los piratas podía haber balas que no pesaran... e incluso balas de confeti (esto también es real). Sin duda, la palabra Gewicht debía de tener otro significado que él ignoraba. Consultó a Sor Langenscheidt y le pidió a San Google una respuesta, pero se ve que los había pillado en su pausa del café de las 11 y no le dieron ninguna solución satisfactoria.

Al final, nuestro intrépido héroe, tras mucho pensar y cosultar, eligió el "significado" de Gewicht que aparecía en el diccionario que "mejor le pareció" y que en realidad era el más erróneo que había podido elegir. 

Un tiempo más tarde, relajado, más seguro de sí mismo y tras haber traducido otros textos del susodicho juego y conocer un poco la mecánica, volvió sobre la frase y, de repente, todo cobró sentido antes sus ojos. Le dirigió una sonrisa de desdén a su yo de hacía unos días y, altanero, corrigió la aberración que aquel patán había escrito.

Cara de Don Localizote al descubrir su error

 

MORALEJA


La voy a resumir con un refrán la mar de conocido:

Más vale contexto en mano, que diccionarios volando.

Así que empresas, dad todo el contexto posible (nunca se da información de más, más bien casi siempre se da información de menos) y localizotes de bien, si Sor Langenscheidt y San Google no responden a vuestras plegarias, acudid al creador, al dios... a la empresa.