martes, 2 de octubre de 2012

Don Localizote y la asociación... ¿de colegiados?

Que Don Localizote haya permanecido en absoluto silencio durante más de un mes no se ha debido a otra cosa más que a aquel venturoso viaje que emprendió en su última aparición. Un mes difícil ha sido este para Don Localizote, pues se ha compuesto de días y días sin una buena conexión a Internet estable que le permitiera mantenerse en contacto con el resto del mundo. Sin embargo, ha procurado mantenerse mínimamente informado sobre todo lo que ha ido pasando en el mundo traductoril en su ausencia.

Una de las cosas que sucedió hace un par de semanas fue lo relatado en esta entrada, que luego suscitó un gran debate en torno al intrusismo profesional en la traducción. Relacionado con ese tema está el último desencuentro que ha tenido Don Localizote con la burocracia germana que, tomando la forma de una asociación de traductores, le ha vuelto a dar un suave puntapié para recordarle que los días en los que se encontraba en su querida patria, en donde casi todo vale, ya han quedado muy atrás.

Aquí os ofrezco el relato, pues, de su historia...

Muy fatigados por lo largo y arduo del camino, llegaron Don Localizote y Traducinante a su nueva morada en la ciudad bávara de Múnich. Nuestro héroe había venido para quedarse y, poco a poco, abrirse camino en solitario a través del fantástico mundo de la localización. Su idea era muy clara. Debía prepararlo todo para comenzar sus andanzas como caballero freelance, batallando contra malvadas construcciones sintácticas y perversas formaciones léxicas, a cambio de una justa remuneración. Aquel era un territorio aún para él inexplorado, pero que lo llenaba de una inaguantable curiosidad.



Comenzó por documentarse: leer, leer, leer... Revistas, blogs, libros, páginas... Todo consejo que otros trujamanes pudieran ofrecer era de gran valor para él. Se sorprendió, asimismo, al darse cuenta de que muchas de las dudas que lo atormentaban habían sido objeto de preocupación antes en las vidas de muchos de sus compañeros. Miles de respuestas esperaban a ser encontradas por nuestro héroe, respuestas que lo irían guiando sutilmente por el buen camino.

Uno de esos consejos que llegó a sus ojos fue la recomendación de afiliarse a, al menos, una asociación de traductores que se adaptara a su perfil profesional. Se recomendaba, además, afiliarse a varias, tanto en el país donde se hablaba su lengua meta como en los de las lenguas origen. Don Localizote optó, casi sin pensárselo, por solicitar su admisión en ASETRAD, la asociación española más conocida, y en la BDÜ, Bundesverband der Dolmetscher und Übersetzer, una asociación alemana extendida por todo el país.

No le llevó mucho tiempo rellenar y enviar la solicitud a la asociación española, para la que bastaba con remitir el formulario descargable ofrecido en su página web. Sin embargo, su corazón dio un pequeño vuelco al descargarse el formulario de la BDÜ... ¡17 páginas! Le esperaba un buen rato de lectura de todos aquellos papeles y luego otro tanto para el rellenado de los mismos y la recopilación de toda la documentación que solicitaban... ¡This is Deutschland bitte!

Resignado, comenzó a leer y rellenar los papeles hasta que se topó con la pregunta: "¿Es usted traductor jurado? ¿De qué idioma(s)?" Don Localizote era traductor e intérprete jurado de inglés en España pero... ¿estaría el título reconocido en Alemania? Tras una corta llamada descubrió la cruda realidad... ¡Oh! ¡Pobre de él! ¡La respuesta fue negativa! ¡Ya no podría beneficiarse de aparecer en la base de datos de dicha asociación como tal!

"Bueno," pensó, "un contratiempo que podemos dejar a un lado de momento..."

Siguió rellenando la solicitud y... ¿cuáles son sus lenguas de origen?

"Inglés, francés y alemán, por supuesto." Se dijo para sus adentros justo antes de leer: "Aquellos idiomas para los que tenga un título académico que lo demuestre."

¡Pardiez! Tres años llevaba Don Localizote trabajando desde el alemán, día tras día, tanto que incluso era la combinación de idiomas en la que más práctica tenía... ¡pero no poseía ningún título académico en esa combinación! Seguro que aquello era un error y también aceptaban la experiencia laboral como prueba... ¡Tenía que ir a preguntarlo sin más dilación! Así, media hora más tarde, se encontraba de camino a la sede de la  BDÜ en Múnich, la cual tardó bastante en encontrar.

Al llamar, lo atendieron inmediatamente:

- Buenos días, he leído que hace falta un título académico o estatal que demuestre que soy traductor del alemán para solicitar la afiliación a su asociación... Verá, realicé mis estudios en España en las combinaciones inglés-español y francés-español, pero llevo más de tres años en Alemania trabajando como traductor también en la combinación alemán-español...

- ¿Pero tiene algún certificado de una institución académica que lo justifique? ¿Ha sido habilitado por algún organismo alemán?

- No...

- Entonces lo mejor es que realice un examen y obtenga el título...

¡Don Localizote no daba crédito! Aquello que en su país tanto se criticaba en Alemania era la norma... ¡y eso que era una simple asociación y no un colegio! Si quería pertenecer a la asociación, debía volver a la universidad (solo tendría que hacer el examen, le dijeron) o hacer un examen estatal para conseguir el nombramiento como beeidigter Übersetzer...

Aquello no podía ser cuestión más que de la mentalidad germana, porque muy probablemente antes de que existiera la figura del beeidigter Übersetzer y cualquier programa académico dirigido al estudio de la traducción, ya existían personas sin ningún título ni condición encargadas de que los alemanes se entendieran fuera de sus fronteras... ¡Pero ellos, ingratos, sí que habían obligado a aquellos "traductores formados en la experiencia" a formarse también en un centro educativo para poder ser considerados "verdaderos traductores"!

 
Experiencia contra academicismo en su estado más puro... Y, mientras tanto, Don Localizote tuvo que irse a casa compuesto, indignado y sin asociación...

Y a ti, querido lector, ¿qué te parece que en Alemania sí se exija un título académico para hacerte llamar traductor? ¿A qué crees que se debe esta diferencia tan radical entre lo que sucede en España y en Alemania? ¿No se quejan los traductores con 30 años de experiencia y ningún título relacionado con su profesión en Alemania?


5 comentarios:

  1. Buenas, a mí me parece bien que se exija un título, ya que, por ejemplo, cuando nos hicimos traductores jurados de inglés en la carrera, aprendíamos cómo funcionaban las leyes tanto en Inglaterra, como en Estados Unidos como en España, así que es normal que si la ley cambia, se exija demostrar otros conocimientos.
    También me parece adecuado en el caso de traducción general, ya que sí considero que no puede ser lo mismo un traductor que ha estudiado la carrera a uno que no, aunque también creo que teniendo en tus manos el título de Traducción e Interpretación como tienes y la experiencia en el alemán, debería bastarte para poderte apuntar a la asociación. Me parece bien que en las asociaciones, se pida el título de la carrera, ya que creo que es la única forma de que se puedan estandarizar precios.

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    1. ¡Hola, Ana!

      ¡Qué bien que escribas! :) A mí también me parece bien que se exija un título, lo que me parece mal es que no se tenga en cuenta para nada la experiencia.

      Para que te hagas una idea, yo podría entrar en la asociación si convalidara el título (para lo cual necesito otros millones de papeles además de unos cuantos euros), pero solo me meterían en su base de datos con inglés y francés, puesto que son los idiomas que certifica mi título, de mi experiencia en alemán, que en sí es la más extensa, no quedaría ni rastro. No me parece un sistema lógico, la verdad. Así que esto unido a que me supondría un enorme esfuerzo y bastante dinero reunir todos los papeles necesarios tanto para que me admitieran en la asociación como para que me convalidaran el título, hace que no me merezca para nada la pena...

      Lo de estandarizar precios... No solo la gente que no tiene título decide cobrar una mierda...

      ¡Gracias por el comentario!

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    2. Elizabeth Sánchez León26 de octubre de 2012, 21:05

      Las leyes europeas que regulan la competencia prohíben fijar precios, incluso a los colegios. Eso ya se acabó.

      Por otro lado, lo que hace el BDÜ de exigir formación específica en el par de lenguas con el que quieras trabajar es la principal razón por la que muchos traductores, casi siempre los que tienen poca experiencia, creen que tener un colegio solucionaría el tema de las tarifas.

      No digo que me parezcan bien ninguna de las dos cosas, pero es la primera vez que veo a un traductor quejarse de que le exigen un título para traducir. :)

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  2. ¡Hola, Elizabeth!

    Mmmm... Igual me he explicado mal...

    No me quejo de que exijan un título para traducir, eso me da igual, porque lo tengo, sino de que sea un título impepinablemente (en) alemán. Para que te hagas una idea, me enviaron a la universidad (otra vez) a hacer el examen para tener el Abschluss (en) alemán. Así que como te imaginarás, ni ganas ni tiempo.

    E incluso aunque me pusiera a convalidar mi título español (lo cual me costaría sangre, sudor y lágrimas porque te piden hasta la talla de calzoncillos) y a pesar de que si hablamos de experiencia profesional, la mayor experiencia que yo tengo es en la combinación alemán-español, como esa combinación no es la que estudié en su día en la universidad, tampoco tendría derecho a inscribirme como traductor en la combinación alemán-español. Me parece un poco absurdo, la verdad.

    Por otro lado, yo sí que he oído a traductores quejarse de que se pida un título para traducir. Por ejemplo, todos aquellos que se oponen a la creación de un colegio. :-)

    ¿Lo he aclarado ahora un poco más o sigue igual? :-S

    ¡Un saludo y gracias por comentar!

    Jeffrey

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  3. Y me acabo de dar cuenta de que me he repetido, casi todo lo había dicho ya... :-P

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